Todo es una cáscara. Cada cosa es una envoltura que oculta otra profundidad, una sucesión de velos que nunca revelan el final. Bajo esta lógica, la cáscara no es solo un límite entre dentro y fuera, sino una transición, un umbral. Puede ser la piel de un ser vivo, la corteza de un planeta, la órbita de un electrón o incluso las capas de significado de una idea.

Esta exposición es un paseo por nuestro reciente trabajo más artístico y experimental. Casi todo son sombreros, pero también hay otros que no quisieron serlo. Pelo y piel animal, fibras vegetales de cortezas, semillas, tallos y raíces componen nuestra materia prima, son las cáscaras con las que hacemos nuevas cáscaras y son, además, testimonios de ciclos vitales que trasladan la memoria de lo acontecido en la naturaleza y en nuestro taller a la piel misma de cada pieza. Este universo háptico invita a ser tocado, no como consumo, sino como reconocimiento.

Las cáscaras aquí mostradas no son solo superficies, son promesas de interioridad, umbrales entre mundos, el lugar donde la mano y la materia se encontraron para recordarnos que lo real no se entrega de golpe, sino que se ofrece por grados, dejando siempre una capa más por descubrir. Tal vez sea esta la intuición que nos guíe hacia nuevas formas de crear: un arte que invite a demorarse, a acariciar las capas del mundo antes de descifrarlas, entendiendo que lo que cubre también revela.

Por favor, pasen y toquen.