El sinsombrerismo

Solamente en los días veraniegos que hace mucho calor acato y sigo la costumbre del sinsombrerismo comenzado por una moda que creíamos pasajera como son todas modas. Nos equivocamos totalmente. ¿Cuántos años llevamos de sinsombrerismo? No sé, pero muchos, tantos que se ha convertido en una costumbre incomprensible para algunos entre los que me cuento.*

 

 

Viendo fotos del siglo pasado nos lo hemos preguntado infinitas veces: ¿por qué la gente dejó de llevar sombrero? ¿Cuál fue el momento decisivo en que el sinsombrerismo ganó terreno?

Mundialmente, el uso de sombrero está en su apogeo desde finales del siglo XIX hasta finales de la década de 1920, cuando la práctica comienza a debilitarse. Existen muchas teorías sobre el tema. Seguramente no hay una sola razón, sino muchos factores que contribuyeron al declive del sombrero.

Una de las causas de esa caída es la introducción del transporte público y de automóviles cerrados. Por un lado el techo bajo de un coche hace que ya no puedes usar un sombrero mientras conduces, por otro lado la necesidad de un sombrero como protección contra las inclemencias del tiempo disminuye, ya que cada vez hay menos gente caminando desde o hacia casa y trabajo. Mientras sube la cifra de gente con coches, baja el número de personas que lleva sombrero a diario.

Hay otra teoría que parte de que después de la Segunda Guerra Mundial en 1945 muchos hombres dejan de usar sombrero y traje porque les recuerda al tiempo que han pasado en uniforme. Después de su tiempo en el ejército quieren llevar ropa más informal y el sombrero de entonces no encaja.

A finales de los años cincuenta la industria del sombrero todavía cree que el sinsombrerismo es una moda pasajera. Pronto se dan cuenta de que la disminución podría ser permanente. Además, la peluquería empieza a ganarle terreno a la sombrerería entre los jóvenes. Ahora, más importante que lucir sombreros o tocados, es presumir de un peinado.  

Y aparte del coche cerrado, la guerra y los peinados ligados a la moda, también la disminución en la asistencia a la iglesia tuvo su impacto: al ser la visita a misa el único momento donde todavía ponerse algo en la cabeza, en muchos países la secularización es vista como algo que jugó una mala pasada al sombrero.

Nosotros, los sombrereros de MALEZA, no consideramos un síntoma de la degeneración del mundo moderno el que la gran mayoría haya dejado de usar sombrero. Sí consideramos una pena ver que mucha gente piensa que no puede llevar sombrero. El tipo de sombrero que persiste por historia está íntimamente relacionado con un look clásico, y por lo tanto mucha gente piensa que si no viste de manera clásica no podrá llevar sombrero.

Nuestros sombreros no tienen género ni código prescrito de vestimenta. Antes era llamativo no llevar sombrero, ahora parece que es al revés. Para algunos será un desafío y todo un ejercicio de autonomía. Ya es hora de que la gente sepa que existen otros sombreros, que encajan mejor con las distintas maneras de vestir del momento. Nuevas formas y distintos acabados para otra época.

En MALEZA apostamos por un nuevo paradigma: el sombrero como juego, sin pretensiones, el sombrero porque sí.

 

 

 

* Antonio Díaz Cañabate en el prólogo del libro “Memorias de un sombrerero” de Manuel Padilla Crespo, editado en 1981

MALEZA